La Oración de San Benito: Una Fuerza Espiritual Contra Todo Mal

En tiempos de inquietud, cuando nos sentimos rodeados de desafíos visibles e invisibles, muchas almas buscan un refugio espiritual: un escudo contra el mal que insiste en rondar nuestras vidas. La Oración de San Benito surge precisamente como esa armadura de fe. Breve en palabras, pero inmensa en poder, ha sido reconocida durante siglos como una de las invocaciones de protección más eficaces de la tradición cristiana.

Esta oración está íntimamente ligada a la Medalla de San Benito, uno de los sacramentales más antiguos de la Iglesia Católica. Grabada con símbolos e iniciales en latín, la medalla no es un amuleto mágico, sino un signo concreto de la fe en Cristo y del combate espiritual al que todo cristiano está llamado. Al recitarla, no solo alejamos las insidias del maligno, sino que también renovamos nuestro compromiso con la luz de la cruz — con una vida según el Evangelio.

San Benito de Nursia, el padre del monaquismo occidental, fue un hombre de oración, silencio y discernimiento. Conoció de cerca las luchas espirituales, las tentaciones y los peligros que rodean a quienes desean consagrarse a Dios. Por ello, esta oración lleva la autoridad de alguien que vivió con radicalidad el seguimiento de Cristo y confió plenamente en el poder de la cruz.

La Oración de San Benito no es solamente una fórmula de protección; es una profesión de fe ante el mal, una elección clara sobre quién queremos que nos guíe: la cruz de Cristo y no el “dragón” de la perdición. Al pronunciarla con fe, proclamamos: “¡Retírate, Satanás! Nunca me aconsejes cosas vanas.”

A continuación, encontrarás esta poderosa oración en su forma tradicional: sencilla, directa y profundamente espiritual. Reza con confianza, y permite que el signo de la cruz ilumine el camino que recorres, día tras día.


La oración de San Benito (portugués)

La Santa Cruz sea mi luz,
Que el dragón no sea mi guía.
¡Retírate, Satanás!
Nunca me aconsejes cosas vanas.
Es malo lo que me ofreces,
Bebe tú mismo tus venenos.


¡Glorioso San Benito, sublime modelo de virtud, puro vaso de la gracia de Dios! Aquí me tienes postrado a tus pies. Te suplico tu intercesión ante el trono de Dios.

A ti recurro en mis tribulaciones y angustias. Protégeme contra todos los males del cuerpo y del alma, contra los enemigos visibles e invisibles.

Con tu santa cruz, aleja de mí al espíritu maligno; inspírame a imitarte en todas las cosas, para que, viviendo en la gracia de Dios, pueda un día gozar contigo de la bienaventuranza eterna.

Amén.


La oración de San Benito (latín | forma tradicional)

Crux sacra sit mihi lux,
Non draco sit mihi dux.
Vade retro Satana!
Nunquam suade mihi vana.
Sunt mala quae libas;
Ipse venena bibas.


Gloriose Sancte Benedicte, virtutis speculum, Dei gratiae vas purissimum, ad te confugio.

Intercede pro me apud Deum, in angustiis et tribulationibus meis.

Ab hostibus visibilibus et invisibilibus me protege;
Spiritum malignum a me repelle,
Et gratiam imitandi te in omnibus mihi concede.


Ut in Dei gratia vivens, ad aeternae gloriae gaudia tecum perveniam.

Amen.


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